Males del Cuerpo, dolores del Alma

A Dolores le duele todo. Cuando apoya el pie izquierdo siente una punzada, le molesta caminar, le duelen las rodillas y las cervicales,  el médico le ha dicho que tiene un desgaste, que es crónico, que es necesario que baje de peso y haga natación.

Además, ha aumentado más de 20 kilos en los últimos 10 años. Desde que se divorció comenzó a aumentar a velocidad de 2 a 4 kgs por año. También padece de dolores de cabeza, tiene rinitis alérgica. En periodos de estrés padece de colitis, el gastroenterólogo le ha dicho que es de origen nervioso, pero no ha ido más allá.

Cuando no es una cosa es otra. Desde que comenzó a enfermarse su vida ha cambiado radicalmente.

En sus años de juventud fue saludable y hasta deportista, disfrutaba mucho ir a trotar al campus de la U, y ocasionalmente de caminar en la montaña, ahora con costos camina y se siente cansada la mayor parte del tiempo.

Con este sobrepeso casi ni se reconoce al verse al espejo, tuvo que regalar toda la ropa que le gustaba, la mantuvo en el closet durante varios años esperando que le volviera a quedar, eso no sucedió: pasó de ser talla 8 a 16. Ha hecho todas las dietas que le han recomendado, lo único que ha conseguido es el efecto yo-yo, es decir, bajar y subir repetidamente.

Muchos días se siente deprimida y desmotivada, su calidad de vida ha desmejorado mucho, ahora se identifica plenamente con su nombre: DOLORES,  que parece perfecto para describir su desafortunada experiencia cotidiana, le ha comenzado a perder gusto a la vida. Muchas veces se pone ansiosa y se da atracones de comida, después se siente culpable.

Su estado de salud también repercute en su economía que  con tanto pastillero, examen y consulta se ha visto muy afectada. Además se siente muy frustrada, ha visitado gran cantidad de especialistas, pero siente que ninguno ha “dado en el clavo”.

Contrario a lo que se pueda pensar, que una persona sufra tal cantidad de “males” no es inusual. Hay miles de personas en Costa Rica y el mundo que parecen de múltiples dolencias. Son hombres y mujeres de todas las edades y ocupaciones y de distintas condiciones socioeconómicas.

En el caso de Dolores, como en muchos otros, a pesar de que se ha hecho cargo de todos sus síntomas y dolencias, la situación no sólo no ha mejorado, sino que parece  ir de mal en peor.

Pero, ¿EN QUÉ SE EQUIVOCA NUESTRO SISTEMA DE SALUD?

Parece una gran ironía que, con los pasos agigantados que ha dado la medicina en las últimas décadas, cada vez haya una mayor cantidad de personas “enfermas”.

A mi parecer este hecho tiene que ver con que, a pesar de contar con grandes herramientas, recursos y posibilidades, se ha dejado de lado algo que para nuestros (as) ancestros (as) era evidente; EL CUERPO GRITA LO QUE LA BOCA CALLA.

De nada sirve “anestesiar” o callar los gritos del cuerpo si la raíz fundamental del padecimiento sigue habitando en el inconsciente y en las emociones.   

Me topé con esta frase hermosa de Sócrates, de hace más de dos mil años:

Del mismo modo que no es

apropiado curar los ojos sin la cabeza,

ni lacabeza sin el cuerpo,

tampoco es apropiado

curar el cuerpo sin el alma.

El mayor problema en la manera en que vemos la salud/enfermedad ha sido excluir el alma, no concebir la participación de nuestra parte esencial. Nos hemos olvidado  de escuchar los mensajes del cuerpo, hemos aprendido a silenciarlo.

En muchas culturas ancestrales no existía esta separación. El Ser Humano estaba inequívocamente interconectado en todos sus aspectos: física-mental-emocional-espiritual y energéticamente. Para estas filosofías la pérdida de balance en uno de estos aspectos, provocaba un desbalance en los otros.

Luego, comenzamos a partir(nos) en unidades separadas: por un lado el cuerpo, por otro la mente-emociones y por otro el espíritu. Debemos de regresar a la raíz, al conocimiento, natural, intuitivo, ancestral.

¿Cómo SOMATIZAMOS?

El cuerpo goza de un único modo (perceptible) de expresión: el físico. Sólo físicamente puede manifestar lo que sucede en planos más sutiles. Así cuando hay creencias/emociones/traumas reprimidos el cuerpo los manifiesta como enfermedad “mostrándolo” físicamente. Lo hace para que lo podamos escuchar y atender que conflicto interno que nos aqueja.

Es común que las personas que tienen padecimientos crónicos, recurrentes e incluso condiciones consideradas por la medicina moderna como fatales, no hayan podido encontrar un tratamiento adecuado, y que muchas veces el tratamiento aplicado se dirija a suprimir temporalmente síntomas, sin llegar a su verdadero origen.

También es común que la persona enferma se asuma a sí misma como sujeto del modelo Bio-médico, es decir, que asuma un rol pasivo, limitándose a: “me hacen”, “me dicen”, “me recetan”…sin tomar verdadera consciencia sobre el problema, sin asumir responsabilidad emocional. Se ha demostrado que muchas condiciones pueden mejorar significativamente si la persona se mueve de este modelo (que es el establecido socialmente), a un modelo de paciente auto-responsable, consciente y decidido a “conectar” los otros aspectos de sí mismo (a) para mejorar y en muchos casos SANAR,

Talvez resulta más fácil pensar que el cuerpo cometió un error al enfermarse, o atribuir la enfermedad a factores exclusivamente externos,  que si bien pueden colaborar, a menudo no resultan determinantes,

Algunas filosofías y enfoques novedosos  como la biodescodificación o la bioneuroemoción, también conciben los síntomas físicos como señales de que se ha producido un desbalance cuerpo-mente (creencias-emociones), que el cuerpo físico reacciona de manera biológica porque no tiene otra manera de hacerlo. Según Enric Corbera, unos de los pioneros a nivel mundial de la bioneuroemoción: “Nos ponemos enfermos inconscientemente, tomamos consciencia,  nos sanamos inconscientemente”

También hay padecimientos sobre todo crónicos, que inconscientemente sellan nuestra pertenencia al clan. Han sido padecidos por los(as) ancestros(as) y son llevados a través de las generaciones guardando secretos familiares, duelos no resueltos, exclusiones, entre otras cosas y se convierten en pactos invisibles de lealtad y de pertenencia (si les interesa este tema  pueden buscar información acerca de Constelaciones Familiares, árbol genealógico, o psicogenealogía).  

Es hora de entender que es fundamental que el tratamiento de las enfermedades incluya por lo menos la parte psicológica (pensamientos- emociones) y soñar con un modelo médico más evolucionado  en el que se puedan contemplar aspectos energéticos, genealógicos y espirituales. Comenzar a trabajar en este nuevo modelo es tarea de todos los que trabajamos en el campo de la salud.  

Finalmente habría que decir que detrás de todo síntoma físico hay  creencias y emociones atrapadas. Por eso es fundamental  escuchar lo que estos síntomas nos están tratando de comunicar.

Volviendo al caso de Dolores, haciendo un intento por comprender que estaría “gritando” su cuerpo, se da una enorme consistencia entre sus padecimientos y creencias/emociones. Algunas “coincidencias” son:

Dolor cervical: que coincide con su inflexibilidad para contemplar a otras direcciones, para aceptar otros puntos de vista.

Dolor en las rodillas: que se podría relacionar con la incapacidad de doblegarse ante las circunstancias de para aceptar el cambio.

Punzada en el pie izquierdo: en la que podría manifestarse el conflicto de toda la vida con su mamá, una relación amor-odio, en el que se encuentran y desencuentran, pero rara vez se siente apoyada por esa figura.

Aumento de peso: se ha sentido muy vulnerable y su cuerpo ha creado una “armadura” de grasa para protegerla.

En el caso de su alergia, tiene varios factores, pero en su aspecto más profundo parece representar su necesidad de “defenderse” ante alguna amenaza, generando una hiperreactividad de su aparato inmunológico que se activa en modo de defensa.

El dolor de cabeza y la colitis, se muestran como reflejo de un estilo cognitivo lleno de pensamientos persistentes, de autocrítica constante, que son “rumiados” al igual que el intestino “rumea” los gases sin deshacerse de ellos.

Es impresionante como sus padecimientos redujeron considerablemente al hacerse consciente del conflicto que escondían y con ayuda de terapia y técnicas de programación (para “amigarse” de nuevo con el cuerpo y confiar de nuevo en él para que logre alcanzar su estado de bienestar natural), su calidad de vida ha mejorado y está saliendo adelante cada vez más positiva y equilibrada.

También ha modificado algunos hábitos importantes como la alimentación y el ejercicio. También le ha caído de maravilla el aprender a meditar.  

Después de leer el caso de Dolores, les invito a reflexionar acerca de cómo sus cuerpos hablan, aprender a escuchar y a entender su lenguaje y sin duda, revisar los síntomas familiares para comenzar a liberarse de malestares y alcanzar el bienestar, como nuestra manera natural de sentirnos y de estar.